Durante toda mi vida he mantenido con Los planetas una animadversión militante. En cualquier conversación que salga su nombre yo me esfuerzo en dejar claro lo pretenciosos y sobrevalorados que me parecen. Las dos veces que los he visto en directo, porque tocaban en un festival, he sido vehementemente desagradable con los amigos que tanto veneran a los granadinos.
Esta relación de odio-odio tiene dos pequeñas excepciones, “Un buen día” y “Alegrias del incendio”. Canciones fantásticas que me llevan acompañando años y años. Entre tanta morralla no me parece tan meritorio.
Pero algunos amigos con mucho mejor criterio que yo sienten verdadera devoción por su música. No entiendo nada. El caso es que hoy he estado escuchando esta maravillosa lista:
Entre 50 maravillosas canciones, lo mejor del año según mondo sonoro, “Islamabad” se me ha quedado pegada. La he escuchado desde esta mañana unas veinte veces. Cada vez me gusta más y cada vez lo entiendo menos.
Es una canción aparentemente sencilla, una tela de araña musical que te va atrapando sin remedio. Al final resulta que todas las canciones de Los planetas que me gustan lo hacen de forma enfermiza.
¿Y si lo que pasa es que son canciones que necesitan cuatro o cinco escuchas pero luego se te quedan para siempre ? ¿Y si son, los cabrones, tan buenos como casi unánimemente dicen sus fans?
Voy a tener que comprobarlo.
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